lunes, 21 de julio de 2014

SOBRE EL NOMBRE DE LA CIUDAD IBÉRICA Y ROMANA DE VILLAJOYOSA Y LA UBICACIÓN DEL TOPÓNIMO ALONÍS/ALONAI/ALLON



2ª PARTE


LVCENTVM XXV, 2006

SOBRE EL NOMBRE DE LA CIUDAD IBÉRICA Y ROMANA DE VILLAJOYOSA Y LA UBICACIÓN DEL TOPÓNIMO ALONÍS/ALONAI/ALLON
Antonio Espinosa Ruiz
Área Municipal de Arqueología, Etnografía y Museos de Villajoyosa
Área de Arqueología, Universidad de Alicante

En la primera parte de este artículo presento un resumen del autor en el que  revisa la argumentación que en su día realizó en su Tesis doctoral.  



Hasta 1983, cuando Enrique Llobregat acometió por primera vez la elaboración de una hipótesis argumentada sobre esta cuestión, las distintas propuestas habían sido tan numerosas como variopintas y, en mayor o menor grado, meramente enunciativas. Esta falta de argumentación anterior, y la relativa escasez u oscuridad de los datos arqueológicos, no propiciaba que se suscitara una auténtica polémica científica, como la actual.
En nuestra Tesis doctoral (1996) pretendimos analizar la argumentación de Llobregat, que ubicaba estos topónimos en Santa Pola, y cotejarla con la realidad arqueológica que, ya entonces, transcurridos casi tres lustros, apuntaba importantes novedades, elaborando una hipótesis basada en una revisión completa de las fuentes antiguas y las publicaciones recientes, así como de los nuevos hallazgos arqueológicos en Villajoyosa.
Intentamos entonces apoyar esa hipótesis en una nueva argumentación que combinara todos esos datos, yendo más allá de simples opiniones o juicios a favor de la ubicación de Alonís, Alonai y Allon aquí o allá.
Hoy, diez años después, esas novedades se han multiplicado incesantemente, y nos encontramos en un punto crucial, en el que están saliendo a la luz, por primera vez, espacios monumentales que podemos adscribir a la ciudad romana. Este artículo tiene, pues, un cierto aire de caducidad prematura, puesto que no es descabellado aspirar a disponer, más pronto que tarde –al actual ritmo de investigación de campo–, de un epígrafe en el que se mencione el ansiado nombre antiguo de Villajoyosa.  No obstante, hemos creído necesario, como decimos, desempolvar el trabajo que realizamos en la tesis, la hipótesis que allí expusimos y su argumentación a favor de la equivalencia Alonís=Allon y su identificación con el núcleo ibérico y romano de Villajoyosa, revisándola a la luz de las posteriores fuentes bibliográficas y arqueológicas.

1. EL NOMBRE DE LA CIUDAD ROMANA DE VILLAJOYOSA: CINCO SIGLOS DE DEBATE.

Las propuestas sobre el nombre de la ciudad romana de Villajoyosa han sido variadas a lo largo de la historia, y no han estado exentas de argumentos filológicos sin contraste arqueológico (cf. Espinosa, 1998b). El emblema del pasado romano de la comarca era una construcción que había permanecido siempre visible: la Torre de Sant Josep, en la partida de Torres de Villajoyosa. Se trata de un monumento funerario turriforme (el mejor conservado del País Valenciano) de edícula cerrada, situado a unos 3 Km. al E del casco urbano y a 120 m. de la playa del Torres, redescubierto y estudiado por Lorenzo Abad y Manuel Bendala (1985). Eruditos y cronistas quisieron pronto relacionarlo con una importante ciudad, que conjeturaban ubicada en los alrededores.
Pedro Antonio Beuter (1538, l. I, cap. 13) propuso que los griegos de la Jonia, en época colonial, fundaron una urbe a la que, en rememoración de su origen, llamaron Jona. Esta palabra habría degenerado y se habría convertido, sucesivamente, en Jonosa y Joiosa. El nombre de la torre antes mencionada parecía cuadrar perfectamente. Esta hipótesis caló en la erudición local, que aceptó el gentilicio jonense, carente de la más mínima base histórica, aunque actualmente consagrado por el uso.
No menos arbitraria, incluso pintoresca, resulta la interpretación de Rafael Martí de Viciana (1566, l. 3, 411): «El nombre de Villajoyosa fue tomado de villa de choças, porque los primeros fundadores della fueron ciertos pescadores, que hallaron en aquel paraje hauer muy grande y cierta pesquera: y comenzaron de hazer choças».
El cronista Gaspar Escolano (1610), que admitía la propuesta de Beuter, fue más allá, siguiendo a otros autores –como el humanista Juan Lorenzo Palmireno–, al tiempo que se basaba en argumentos filológicos: de Jonosa derivaría una tal Honosca que había que situar en el paraje antes mencionado. En realidad Honosca es una mala lectura de Onusa, población litoral citada por Tito Livio (XXII, 20, 3), cuya localización nos es todavía desconocida (aunque parece claro que ha de situarse entre Cartagena y Sagunto).
Fue también G. Escolano (1610 –1879–, vol. 2, 40-41) quien dio la primera noticia sobre un hallazgo excepcional, que había tenido lugar sesenta y siete años atrás: la mensa de un macellum con una inscripción frontal conmemorativa de su reconstrucción (CIL II, 3570), un ejemplar único en el contexto de la epigrafía hispana (Rabanal y Abascal, 1985, 116-117, nº 62; Corell, 1999, 185-186, nº 106), que supone una prueba destacada de la existencia de un núcleo urbano en época romana en Villajoyosa. De hecho, un edificio de esta importancia debía localizarse en el centro de esa ciudad (Alföldy, 2003, 49). Los vagos datos que proporciona Escolano parecen apuntar a su hallazgo en la partida de Torres, cerca de la Torre de Sant Josep (Espinosa, 1995 y 1996), pero el hallazgo de zanjas modernas para extraer sillares de las termas monumentales en curso de excavación en la C/ Canalejas de Villajoyosa, muy cerca de la muralla renacentista a la que iban seguramente destinados, podría corresponderse perfectamente con la mención de Escolano.
Hubo otras propuestas, como la del historiador Francisco de Diago (1613, t. I, 48-49), que por aquellos mismos años opinó que el nombre antiguo de Villajoyosa fue otro: Etosca, que es una lectura incorrecta de la Osca de Veleyo Patérculo –la actual Huesca–, donde murió el general Quinto Sertorio. De ahí la errónea creencia –extendida todavía hoy entre los vileros–, de que la Torre de Sant Josep es el sepulcro de este general.
Estos intentos de identificar el nombre antiguo de Villajoyosa se relacionan con la necesidad renacentista de clavar en el mapa todos los topónimos disponibles en la literatura griega y romana. Para ello se utilizó el único argumento disponible, el puramente filológico, y se dieron como ciertas simples conjeturas carentes del más mínimo soporte científico, que han arraigado fuertemente en las creencias populares.
La Ilustración trajo un espíritu nuevo, más racionalista y crítico, que supuso un cambio importante en la actitud con la que los estudiosos se acercaban al conocimiento del pasado. Se buscaba ansiosamente inscripciones en excavaciones o en los muros de los edificios (cf. Mestre Sanchís, 1981). Entre todas las personalidades que dio el s. XVIII nos interesa especialmente Antonio de Valcárcel, Conde de Lumiares, y en particular su principal obra, Inscripciones y Antigüedades del Reino de Valencia, acabada en 1805, pero no publicada hasta cincuenta años más tarde (Valcárcel, 1852 –1979–, 98-101, lám. 59-62).







Las fotografías adjuntas corresponden a: La primera y segunda son partes de calzadas romanas que discurrían junto a villas romanas del municipio de Allon.1ª en el Xarquet y 2ª en Barberes.
La tercera fotografía corresponde a los restos arqueológicos de una lavandería romana ubicada en Plans.




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