lunes, 30 de octubre de 2017

La niña y el gato veían a los fantasmas

En el Blog “Misterios que buscan respuesta”, hay un artículo titulado: ¿POR QUÉ ALGUNAS PERSONAS SÍ VEN FANTASMAS Y OTRAS NO?, en él, el autor nos expone unos párrafos sacados del libro Publicado por el LIC. JUAN ANTONIO AMEZCUA "Fantasmas, la otra realidad", y de los cuales os dejo aquí algunas líneas que, me parece, tienen que ver mucho con el siguiente relato que os expongo.
“Existe la polémica sobre quién puede ver o no fantasmas. Algunas personas opinan que se debe a la sensibilidad de las personas para ver estos fenómenos. Los que hemos tenido experiencias sobrenaturales, no hemos puesto de nuestra parte para vivir algo así; simplemente se dieron inesperadamente”.
“Hay personas que siendo cien por ciento escépticas de este fenómeno, tuvieron el desatino de vivir algo sobrenatural”.
“Por eso queda claro que aquí no sólo interviene el deseo de ver fantasmas, sino la suerte o la sensibilidad de las personas. Esto de la “sensibilidad” reconozco que es algo subjetivo, porque hay gente que en su vida ha visto un fantasma, y no por esto quiere decir que no tengan sensibilidad para algunas cosas”.

                                               huffingtonpost.com

VIII relato de “La Barbera. Una burbuja en el tiempo” o “Cuando los límites se entrecruzan”.

Uno de los hechos acontecidos y posiblemente el que más veces se repitió delante de varios miembros de la familia de Pepica, fue durante las noches o tardes-noche, cuando sentados alrededor de la mesa, en el centro del salón, charlábamos mientras veíamos el programa correspondiente en el televisor.

                                                Interior de La Barbera

De repente, el gato, que se encontraba tendido en el suelo, se erizaba, gruñendo y mirando fijamente la pared, o por lo menos nosotros veíamos que miraba la pared, porque allí no había nada ni nadie, hasta que salía corriendo como disparado por un resorte. Creo que algo tendría que ver, porque su cabeza se movía muy lentamente hacia un lado como si viera pasar a alguien.

                                        Mundo Esoterico y Paranormal

Esto último también lo presenciamos en la hija menor de Pepica. En ocasiones, de pronto se quedaba muy callada y mirando a la pared o al vacío, pero siguiendo con la cabeza a algo o alguien. Cuando le preguntábamos qué pasaba, dubitativamente nos contestaba siempre lo mismo.
 ─No, nada, nada.
 Pero evidentemente veía algo que le cambiaba el semblante.

                                                    frontera.info

Podríamos hablar de la sensibilidad de la persona para ver o sentir algo que los demás no ven, pero ¿y el gato? En muchas ocasiones he oído que algunos animales tienen sentidos que los humanos no tenemos y de ahí que puedan ver más allá de lo que nosotros vemos. ¿O es que también el gato tenía esa sensibilidad necesaria? 

                                        ¿Por qué mira la pared?. Taringa!

                                Cuando tu perro ladra a una pared. ¡Que Jalada!

El ruido del agua saliendo de un grifo abierto en alguna de las estancias del piso superior que se encontraba cerrado a cal y canto, mecedora meciéndose, pasos bajando o subiendo las escaleras, portazos, reloj de péndulo dando las horas cuando ese artilugio llevaba muchos años sin funcionar, sollozos y risas, etc. Todas esas cosas y muchas más las sentimos y oímos en multitud de ocasiones todos los que en un momento dado nos encontrábamos en casa de Pepica, dentro de La Barbera.   


Se autoriza la reproducción del contenido en esta publicación, siempre que la fuente sea citada.   

viernes, 20 de octubre de 2017

La luz del rayo hacía sonreír a los muertos

VII relato de “La Barbera. Una burbuja en el tiempo” o “Cuando los límites se entrecruzan”.

Enero de 1993.
Habían transcurrido menos de dos meses desde el fallecimiento de Doña Antonia.
Conchita, la señora que estuvo a su servicio y que la acompañó día y noche durante los últimos meses de su vida, acudía diariamente a La Barbera con el fin de pasar las horas junto a la que fue su compañera en el trabajo, Pepica. Mutuamente se hacían compañía y pasaban los días recordando las cosas y anécdotas que allí habían vivido.

                                                         Interior de la casa de La Barbera.

Frente al televisor, sentadas alrededor de la mesa camilla, cuyo mantel les cubría las piernas, calentadas por un brasero colocado en la base pasaban las horas, solamente interrumpidas por el sonido del timbre de la puerta de la verja metálica exterior que estaba frente al edificio de la Llar del Pensionista. Generalmente era alguien de la familia de Pepica, o tal vez la amiga Angelita del Pati Fosc, cuya casa afrontaba por la calle Andalucía con la misma Barbera, que muchas tardes soleadas, se acercaba para tomar el sol, sentándose en una de las piedras semicirculares que están a ambos lados de la puerta principal.
Era domingo. Llovía, hacía frio, alguna ráfaga de viento movía las palmeras del exterior, el sonido del mismo se juntaba con el producido por la caída de alguna palma desprendida. De vez en cuando, la claridad de un relámpago entraba por la única ventana del saloncito y seguidamente el trueno resonaba en la lejanía. ¡Un día de perros!
Las dos estaban muy entretenidas viendo y participando del programa de TVE “El Precio Justo” y del encanto de su presentador Joaquín Prat.

                                                      Joaquín Prat en El Precio Justo. vidasfamosas

Se hizo muy tarde.
Viendo la hora y el tiempo que seguía haciendo en la calle, Pepica dijo a Conchita que se quedara a cenar con ella y si el tiempo no amainaba, podría quedarse también a dormir.
Así lo acordaron, y llegado el momento, vieron que, en el exterior, el temporal continuaba.

                                                              newsinfo.inquirer.net

Conchita se dirigió a su anfitriona y le dijo:
--Tengo mucho miedo a los relámpagos y sobre todo a los truenos.
Pepica raramente dormía acompañada, pero viendo la cara de su compañera, dijo:
--No te preocupes que dormiremos juntas en mi cama.
--No sabes cómo te lo agradezco. –Contestó Conchita.

                                                                     El Abismo Del Cine - blogger

La habitación de Pepica no era pequeña. Una cama grande de matrimonio, a los pies de ella, dos sillas pegadas a la pared y un mueble cómoda a la derecha de la entrada. Una pequeña ventana daba al gran patio trasero.
Se metieron en la cama con un “buenas noches” cada una. Apagaron la luz y a pesar de que la ventana solo estaba cerrada con la cristalera, la oscuridad era total.
Oían la tormenta y cada cierto tiempo un rayo iluminaba la habitación durante dos o tres segundos.
Pepica se tapó hasta la nariz, con la cara hacia techo, y notó que Conchita se acurrucó pegada a su cuerpo.
--No te importa, ¿verdad? Es que así estoy un poquito más tranquila.
Pero en cada relámpago, Pepica notaba que su amiga doblaba la cabeza.

                                                               Foros de la Virgen María

Después de varios rayos y sendos movimientos de su cabeza, Conchita susurró al oído de Pepica:
--Enciende la luz.
--¿Qué te pasa? Dijo Pepica.
--Enciende la luz, por favor.
Pepica encendió la luz aupándose para quedarse sentada en la cama. Mientras, Conchita miraba detenidamente por toda la habitación.
--Ya me dirás qué es lo que te pasa. Dijo Pepica.
A lo que Conchita contesto:
--Cada vez que un rayo ilumina la habitación, veo dos personas sentadas en las sillas. Son dos jóvenes y nos miran sonrientes. Pero ¿dónde están? Entre los truenos y esto, estoy muerta de miedo.
--¡Ah, Bueno! ¡Es eso! Yo también los veo. Estate tranquila que no nos van a hacer nada. Son los señoritos Miguel y Cayetano. En algunas otras ocasiones los he visto, aunque siempre con la luz de un relámpago.

                                                                       El Intransigente

Volvieron a encamarse en las mismas posiciones anteriores. La tormenta duró hasta la mañana del día siguiente. Continuaron viendo a los jóvenes sonriendo en la claridad de cada rayo. Pepica pronto se durmió. Conchita… Bueno, lo que pasó Conchita esa noche, solo ella lo sabe o lo supo (ignoro si sigue viviendo), solo sé que nunca más volvió a pasar una noche en esa casa.
¿Quiénes eran Miguel y Cayetano?
Pues eso mismo le pregunté a Pepica cuando me contó esta historia.
Y esta fue su respuesta: “Fueron dos hermanos de Doña Antonia, que murieron juntos el 26 de septiembre de 1936. Cayetano tenía 35 años y Miguel 37”.

                                   Actual sepultura de los Aragonés en el cementerio de Villajoyosa

¿Por qué sabía Pepica que los dos jóvenes que sólo se dejaban ver a la luz de los rayos eran Miguel y Cayetano Aragonés Urrios?
Esa pregunta no se la pude hacer y por lo tanto no sé la respuesta. Si en alguna ocasión, Pepica, traspasa el límite en el que ahora se encuentra, o soy yo el que traspasa el límite de esta vida, para pasar al otro, le preguntaré.


Se autoriza la reproducción del contenido en esta publicación, siempre que la fuente sea citada.

lunes, 9 de octubre de 2017

La Barbera. Enigmática y misteriosa.

VI relato de “La Barbera. Una burbuja en el tiempo” o “Cuando los límites se entrecruzan”.
Conviene recordar que estos relatos o historias, ocurrieron a diferentes personas, o esas personas sintieron algo raro en su interior cuando en un momento dado se hallaban en la casa de La Barbera. Es posible que solo fueran “alucinaciones” provocadas por la sugestión del lugar y que la mente hiciera ver o sentir lo que llamamos “algo extraño”.
Pero lo cierto es que en la actualidad aún viven unas ocho personas (aparte del equipo de la Sociedad Española de Investigaciones Para-psicológicas que en el año 2008 estuvo investigando allí), las cuales vieron y sintieron lo que cuento en estos relatos.

Fueron muchas las ocasiones en las que fui testigo de cosas raras, no solo yo, también mi familia pudo ver o sentir sensaciones que no eran normales, o por lo menos así lo hemos creído.
Desde finales de 1992 hasta que empezó la restauración de la finca La Barbera en el año 2002, fueron numerosos los casos extraños, anormales o sorprendentes, no sé cómo definirlos, pero las personas que pasamos algún tiempo en esa extraordinaria mansión, hemos sido testigos de primera mano de que, en aquel lugar, a pesar de que no moraba nadie, salvo la guardesa y su hija menor, seguían viviendo los Aragonés, en su mundo, pero seguían allí.

                                             argobitacora.blogspot.com

Fuimos diez u once personas las que sentimos y percibimos esas extrañas sensaciones: sentirse observado, sentir que tienes a alguien detrás, notar un roce sin haber nadie alrededor, oír alguna voz estando solo e incluso acompañado, tener de súbito un escalofrío, ver personas que de repente desaparecen, etc.
Tal ha sido y continúa siendo el poder enigmático y misterioso de la finca, que en dos ocasiones fui solicitado para que intermediara con el fin de poder visitarla, a pesar de que sólo se podía acceder a la planta baja.

                                                        kudika.ro

La primera vez, fue una de mis primas y pude enseñarle esa parte de la casa. Antes de finalizar la visita la llevé a la habitación que había en la parte trasera de la gran chimenea, tuve que ausentarme unos segundos, dejándola sola en esa pequeña estancia, en ella, se encontraba un paragüero con las sombrillas más preciosas que he visto jamás. Oí que mi prima hablaba, supuestamente a alguien, y eso me sorprendió porque la había dejado sola.

                                    Foto de niña fantasma. Marcianitos Verdes

 ─No te preocupes, ─Decía─ sólo estoy viendo la casa. Tranquilo que no voy a tocar nada. Solo estoy de visita, pero me marcho ahora mismo.
 Inquieto, volví a la habitación y vi que mi prima estaba hablando con el retrato de un Aragonés, posiblemente Cayetano Aragonés Aragonés, que juntamente con otro de una señora, tal vez Francisca Urrios Pérez, colgaban de una de las paredes. Este matrimonio se casó en 1891 y fueron los padres de los últimos Aragonés.

                       Siglo XIX_retratos de hombres. Repositorio de la PUCP

 ─ ¿Con quién hablas? ─Le pregunté.
─Ese señor desde que he entrado aquí no para de mirarme, además con muy mala cara ha fruncido la frente, haciéndome gestos con la cabeza para que me fuera.
 Me quedé atónito. Pero al mirar el cuadro, me impresionó la penetrante mirada del Aragonés.

                                Retrato, óleo sobre lienzo, XIX. Trastos Viejos

En la segunda ocasión, fue un compañero de trabajo el interesado en ir a La Barbera. Aún no habíamos recorrido la mitad de la planta, cuando me suplicó que saliéramos de allí. No podía soportar más la tensión, tenía todo el vello erizado, se sentía observado desde todos los rincones y a pesar de ser verano le entró mucho frio.
─Por favor, por favor, sácame de aquí.
 Lo vi con mala cara e inmediatamente salimos al exterior.
─ ¿Qué te pasa? ─le dije.
 ─No lo sé, pero aquí no vuelvo nunca más.



Se autoriza la reproducción del contenido en esta publicación, siempre que la fuente sea citada.