domingo, 31 de diciembre de 2017

La fascinante Barbera dels Aragonés

Después de 14 relatos exponiendo algunos de los “extraños” sucesos ocurridos en la finca de La Barbera, deseo terminar este ciclo, compartiendo las alusiones de significativas personas respecto al escenario donde se produjeron.

                                     La mansión de La Barbera dels Aragonés

 En el catálogo de La Barbera dels Aragonés Casa Museu, la Subdirectora General de Promoción de Bellas Artes (Ministerio de Cultura), Begoña Torres González, en su artículo: “La realidad compleja de las casas museo”, dice:
─Sin embargo, debemos tener en cuenta que la prioridad de las casas museo no se basa únicamente en la reproducción fidedigna de un determinado ambiente…Es por ello que aúnan dos mundos que es preciso conciliar. Por una parte, son lugares íntimos en los que, todavía hoy, se respira la presencia de las personas que los habitaron…

                                         Catálogo La Barbera dels Aragonés

En ese mismo catálogo, Antonio Espinosa Ruíz, María Jesús Marí Molina y Carmina Bonmatí Lledó en “La Trascendencia Cultural de La Barbera dels Aragonés”, escriben:
─La Barbera es un espejo de esta época tan fascinante, en el que se refleja casi todo: la vida cotidiana, la política, la religión, las ideologías, el ámbito familiar, las modas, los avances tecnológicos, el arte…
Es posible, solo ella lo sabe, que la Subdirectora General de Promoción de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, respirara allí esa presencia que otros hemos absorbido en multitud de ocasiones. Es posible. Yo estoy seguro que ella sintió en su propia alma, la presencia de los seres de otro mundo, que en otras épocas lo fueron de éste, y que tal como afirma en su artículo, se entremezclan los dos.

                Fachada de La Barbera antes de su reabilitación. Catálogo de Vilamuseu

Del mismo modo, Antonio, María Jesús y Carmina, manifiestan que todo lo que acontece y se vivió en La Barbera, continúa reflejándose.
Unos se fascinan cuando actualmente visitan las diferentes estancias de la mansión y solo ven su ornamentación y realce. Otros además de ver ese atavío, también ven reflejadas en ese espejo, a las personas que en su momento moraron, que un día nacieron, vivieron y murieron en esa emblemática casa. Ellas permanecen viviendo en la burbuja, cautivas en el tiempo, perdurando en su propio mundo.

                 Sala de la bola espejo con la silla y mesa protagonistas del relato XIV

Ahora, Pepica, que dejó este mundo para pasar al otro, ha traspasado la membrana de la burbuja para continuar en su casa, en su Barbera. Y al igual que en la fotografía de principios del siglo XX, se puede apreciar a alguien asomándose por el balcón principal de la mansión, en la soledad de las tardes en que el recinto de la finca está cerrado al público, haciendo un esfuerzo visual, se puede distinguir detrás de los cristales del mismo balcón a Pepica, mirando y a la vez disfrutando eternamente de los arbustos y las flores que ella misma plantó frente a la casa.

                    La Barbera dels Aragonés. Fotografía de principios del siglo XX

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jueves, 21 de diciembre de 2017

Los entes de la burbuja

XIV relato de “La Barbera. Una burbuja en el tiempo” o “Cuando los límites se entrecruzan”.

En el año 2001 comenzó un proyecto que finalizó en mayo del 2005 con la inauguración del nuevo edificio de La Barbera y el 3 de septiembre de 2009, La Barbera dels Aragonés fue declarada oficialmente, Museo de la Comunidad Valenciana.
            Todo ha quedado precioso, el lugar es encantador y hermoso, lo que se hizo con la casona fue un trabajo brillante, pero…
            Si rehabilitar algo es habilitarlo de nuevo o restituirlo a su antiguo estado y restaurar quiere decir reparar, renovar o poner algo en el estado que antes tenía, está claro que la casa de La Barbera no se ha rehabilitado ni restaurado. Considero que de haberlo hecho así, sus estancias deberían de seguir siendo lo que anteriormente eran: lugares tenebrosos con zonas enigmáticas, una casa de ambiente misterioso donde uno se sentía observado, con entornos oscuros. Una casa impregnada de un carácter dominante y lóbrego.

                                                             Despacho de Don Pedro en la habitación de la bola espejo

Evidentemente, la mansión de La Barbera ha sido reformada, modificada, sin duda con la intención de mejorarla y a la vista está que lo consiguieron.
Después de la reforma, pensé, que los “seres” o “entidades” que de alguna u otra forma se manifestaban, ya no lo volverían a hacer. El ambiente ya no era el mismo y, por lo tanto, la membrana de la burbuja del mundo paralelo, no se iba a romper más en ese lugar.

                                                  Postal de La Barbera de principios del siglo XX

¡Me equivoqué! He tardado 17 años en saberlo.
Un día del mes de marzo de este año dos mil diecisiete, el becario de Vilamuseu, Ferrán Díaz, acompañó a un grupo de visitantes valencianos a La Barbera, enseñándoles las estancias de la finca y proporcionando todas las explicaciones que requerían en cada momento y lugar.
Una parada obligada en la casa es la estancia de las fotografías, donde se explica y se da a conocer a los visitantes, quiénes fueron las personas de cada una de las fotos.

                                                    Una de las habitaciones nobles de La Barbera

Cuando hubo terminado la visita, antes de despedirse, un joven del grupo se acercó y preguntó a Ferrán:
─En esta casa han pasado cosas raras, verdad.
El becario se sorprendió al oír la pregunta, ya que conoce algunos de los casos antes expuestos, y respondió con otra:
─Porqué lo dice.
─Cuando el grupo estaba en la sala de la bola espejo, ─continuó el visitante─ Don Pedro, con vestido oscuro, en todo momento estuvo junto a ti, sentado en la silla de la mesa despacho que allí hay, tenía la mirada perdida, y cuando nos retirábamos del lugar, desapareció.

                                                Doña Cayetana falleció en 1895 a los 41 años de edad

En ese momento, Ferrán, se acordó de esas “raras historias” que, sobre La Barbera, en algún momento le contó Paco “el voluntario cultural”. Y con una sonrisa, respondió al visitante:
─Sí, algunas cosas han pasado en esta mansión. Y le agradezco que lo haya compartido conmigo.
─Para estos casos tengo una sensibilidad especial. ─dijo el joven─ He tenido ese tipo de experiencias en varias ocasiones, sobre todo en el cementerio de Picanya.
Desde que se hizo la reforma, he creído que ésta había influido en el escenario y desde entonces no era propicio a la manifestación de casos paranormales. Pero desde que Ferrán me contó el suceso del salón de la bola espejo, pienso que he estado equivocado.

                                                                            La bola espejo

Si en alguna ocasión vais de visita a La Barbera, tened la certeza de que os están observando. Aunque miréis en cualquier dirección o rincón de las estancias, es muy posible que no veáis a nadie, o tal vez sí. Pero seguro que en algún momento sentiréis algo raro en vuestro cuerpo o vuestra mente. No preocuparos, porque, aunque “ellos” están ahí, están en su mundo, y salvo en muy contadas ocasiones, no les interesa el nuestro.

                                                                       ghosts. pogoevents

Esa burbuja de fina película, en cuyo interior “viven” algunos entes que en cierto tiempo fueron miembros de la saga Aragonés, permanece en La Barbera y así seguirá mientras ésta exista. Y, sin saberlo o no, desde su posición en el espacio, continuarán traspasando la delicada membrana que les separa de nuestro mundo.

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jueves, 14 de diciembre de 2017

Psicofonías en La Barbera.

XIII relato de “La Barbera. Una burbuja en el tiempo” o “Cuando los límites se entrecruzan”.

Los relatos anteriormente expuestos, podrían parecer relatos novelescos, pero no lo son. No son una serie de historias inventadas, ni cuentos para impresionar. Son hechos que algunas personas entre las que me encuentro, hemos vivido. Todo lo contado, fueron experiencias reales.
En el año 2008, un equipo del SEIP (Sociedad Española de Investigaciones Para-psicológicas), estuvo investigando en la mansión de La Barbera. Fue una cálida noche la que eligieron, e instalaron una serie de aparatos por la casi totalidad de la zona noble del primer piso.

       La puerta junto a las fotografías da acceso a la sala utilizada para el control de grabación.

Sensores de movimiento, termómetros, micrófonos ultrasensibles, monitores de vídeo, cámaras de grabación, detectores de energías, ordenadores con los últimos programas sobre psicofonías, etc. Todo un despliegue de materiales y de gente profesional se dio cita en la casa para captar la señal que indicara la presencia de alguna rara o extraña energía.

                                      Fenómenos poltergeist. Pedro Amorós

Eran tres miembros del SEIP (Pedro Amorós y dos colaboradores suyos) y ocho o nueve personas más entre autoridades, funcionarios y personajes allegados, mi hijo y yo tuvimos la suerte de encontrarnos allí. En una de las habitaciones se montó el control de todo, y allí mismo se levantó un acta con las identidades de todos los que estábamos presentes.
Para evitar en lo posible la filtración de ruidos externos en las grabaciones, demoraron el comienzo hasta la una de la madrugada.

                       La peligrosidad que encierran las psicofonías. Pedro Amorós

Las alarmas de los sensores de movimiento saltaron en multitud de ocasiones, sobre todo una colocada en la habitación que fue de Don Pedro. Un termómetro instalado en la misma estancia, en un par de ocasiones, bajó cuatro grados en menos de un minuto. Sensores de energía que emitían pitidos cuando los acercaban a cualquier persona, pitaban cuando eran colocados en algunas puertas o en algún sector de las paredes. Se analizaron campos electromagnéticos y se hicieron fotografías, captando nebulosas en varias de ellas.

                              Habitación de La Barbera donde murió Don Pedro

Se hicieron varias grabaciones de tres minutos de duración, con un silencio sepulcral y en tres aparatos distintos. En alguna de ellas se grabaron palabras que los técnicos distinguieron y entendieron de inmediato como “gentuza” o “els xiquets” (los niños), los demás lo oímos, pero nos costó un poco más entenderlas.
El momento de máxima actividad, reflejada en todos los aparatos allí expuestos, fue el período entre la una y media y las dos. A partir de ahí fueron decreciendo hasta prácticamente desaparecer.

                                      laeradelaconcienciablog.wordpress.com

Todos los presentes fuimos testigos de todo cuanto allí sucedió y los técnicos del SEIP, al momento, nos enseñaban y explicaban cualquier incidencia o acontecimiento que se producía.

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martes, 5 de diciembre de 2017

Un halo en forma de figura humana

XII relato de “La Barbera. Una burbuja en el tiempo” o “Cuando los límites se entrecruzan”.

Los sucesos del siguiente relato no ocurrieron en la finca La Barbera, pero sucedieron en una de las fincas que los Aragonés poseían. Estoy convencido de que los entes de La Barbera, no solo permanecen conviviendo en la mansión familiar, también en otras fincas o masías que poseían, por lo tanto, creo que necesariamente tuvieron mucho que ver en ellos.
Una calurosa tarde del verano del año 1998, me encontraba con la familia en La Barbera junto a Pepica. Hacíamos lo posible para huir del sofocante calor estival e intentábamos conseguirlo a la sombra del porche que había delante de la puerta de entrada a su hogar y del portón de entrada a las caballerizas, rodeados de las numerosas macetas con sus verdes y refrescantes plantas que ella siempre mantuvo lozanas.

                                          supernatural.wikia.com

A punto de consumirse el día, llegó mi primogénito (recién cumplidos los 24 años) y se unió al grupo. En un momento dado, no sé por qué, la tertulia estaba disertando sobre las “cosas raras” que le pasaban al abuelo (el esposo de Pepica) en la habitación.
Mi hijo prestaba atención a lo que allí se comentaba, pero en ningún momento intervino. Pasó más de una hora y de repente se me acercó y me dijo:
─Papa, ¿me puedes acompañar? Necesito que vengas conmigo porque tengo ver una cosa y quiero que me acompañes.
─Ahora volvemos. ─Dije─
Salimos del recinto vallado de la finca, por la puerta de malla metálica de la calle Andalucía y me condujo a la terraza de un bar próximo.

                                Pensamientos Al Anochecer - blogger

Yo estaba extrañado por su raro comportamiento y le dije:
 ─ ¿Qué pasa?
─No pasa nada, solo que necesito hablar a solas contigo y aquí, tomando un refresco, lo podemos hacer tranquilamente.
Nos sentamos frente a un buen vaso de granizado de limón.
 ─Tú dirás.
─Mira papa, lo que voy a relatarte no se lo he contado a nadie. Me sucedió hará unos cinco años y desde entonces he querido decírtelo, pero no me he atrevido por si te burlabas de mí, y después de oír lo que estabais comentando sobre las cosas que pasan en La Barbera, creo que ha llegado el momento de sacar “eso” que llevo dentro y que, durante tanto tiempo, en algunas ocasiones, me intranquiliza.

                            Casa de la finca “El Murtet” en el año 1993

─Fue durante una calurosa noche de verano. La luna, totalmente llena en un despejado cielo, iluminaba todo con una claridad que parecía de día. Estaba con mi tía y de pronto me dijo:
─ ¿Me acompañas a ver la piedra que hay delante de la casa del Murtet?
─ ¿A estas horas?  ¡Si es más de medianoche!
─Si. Hace una noche estupenda para ello y además se ve todo claramente. A estas horas nadie nos molestará.
─Bueno, vamos.
─En su automóvil nos trasladamos a la finca El Murtet, aunque tuvimos que dejar el coche a unos doscientos metros de la casa, porque el camino estaba muy mal y se hacía peligroso pasar con el vehículo.
─La visión era muy buena y al llegar delante de la fachada de la casa nos pusimos a buscar “la piedra”. Ella se fue unos metros por delante, alrededor de la palmera, y yo me quedé cerca de la casa, próximo a la puerta.

                            Preparando el campo de golf en el Murtet

─Llevábamos buscando unos diez minutos, cuando algo me hizo volver la cabeza hacia una esquina de la casa.
─Vi la piedra. Pero también estaba viendo cómo de ella salía una especie de humo o halo o no sé qué. Me quedé paralizado. No sabía qué hacer. De pronto, con una vocecita que apenas salía de mi garganta, dije:
─ ¡Reyes! ¡Reyes!
─Reyes, (la tía), estaba a unos treinta metros de mí, entre la palmera y una gran balsa que por allí había y sin volverse me contestó:
─ ¿Qué quieres?
─Reyes ¡mira! ¡mira!
─Aquella especie de humo que surgía de la piedra, estaba formando la figura de una persona, parecía una holografía.
─Cuando Reyes se volvió y vio aquello, exclamó: ¡¡Madre mía!!

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─Sin decir nada más, empezó a correr hacia el coche, saltando de un bancal a otro. Yo al verla hice lo mismo.
─Arrancó el automóvil y a toda velocidad llegamos a La Vila. Durante el trayecto, ni nos hablamos ni nos miramos. Cuando me dejó frente a la puerta de casa, aún seguía temblando y le dije:
─ ¿Has visto lo mismo que yo?  
─Creo que sí. ─me contestó─ Pero no lo cuentes a nadie porque nos tomarán por locos.
─Así lo he hecho hasta ahora y creo que ella tampoco lo ha comentado, porque de ser así, seguro que la yaya lo sabría.
Unas semanas después coincidí con mi cuñada y le pedí que me contara lo sucedido esa noche en El Murtet.
¡Me contó exactamente lo mismo!
Creo que después de esa noche ninguno de los dos ha vuelto por allí.

             Campo de golf donde estaba la casa en la que ocurrieron los hechos. 
                                              La palmera es la misma

Nunca he sabido qué significa “la piedra”, pero el motivo de ir a esa finca a buscarla es porque la señora Dª Antonia, encontrándose postrada en su cama los días anteriores a su fallecimiento, tuvo momentos de inconsciencia y otros de lucidez. En muchos de esos momentos lúcidos, hizo mención a varias cosas que las personas que estaban continuamente acompañándola saben.
A su mente volvieron recuerdos del pasado, del ajuar que su mamá le había ido reuniendo desde su tierna juventud, y como si una bombillita se hubiera encendido momentáneamente en su memoria, recordó con claridad el lugar donde fue escondido en abril de 1936 al empezar la guerra civil española. De “la piedra”, no pudo más que evocar con insistencia y reiteración eso:
─ ¡La piedra! ¡La piedra!
 Sin que su aparente lucidez diera más claridad al asunto.

                    Mojón que señala el linde entre Villajoyosa y Finestrat

La finca “El Murtet” era propiedad de Los Aragonés y junto a la finca L’Almiserá formaban un conjunto, solo que la primera está en término de Finestrat y la segunda en el de Villajoyosa. Las dos tenían (L’Almiserá aún la tiene, aunque en total ruina) la casa o mansión en la que vivían continuamente los encargados o capataces y algún que otro trabajador de la finca y las dos disponían de estancias exclusivas para los señores. Dista unos cinco o seis Km. de Villajoyosa y unos dos de Finestrat. La casa aludida y todo su alrededor, fue eliminado para construir un campo de golf. En uno de los lados de la fachada había una gran piedra, como un sillar adosado al muro, que servía de banco o asiento para descansar.

                 Masía de L'Almiserà cuando ocurrieron los hechos en 1993

También en La Barbera existían, y aún existen, grandes piedras que sirvieron como lugares de descanso. A ambos lados de la puerta principal aún se conservan dos grandes bloques calcáreos semicirculares y a unos ocho o diez metros de donde actualmente está el ficus había un gran bloque de granito semi enterrado.
En la entrada a la masía de L’Almiserá, eran dos las piedras más significativas. Una, incrustada en la pared, que conmemoraba el año del cólera (1834), y la otra, formando uno de los escalones de acceso a la casa, con el nombre del miembro de la familia Aragonés y el año que al parecer se reformó el inmueble de la hacienda (1901). La piedra conmemorativa de la epidemia, la debió colocar Don Pedro Aragonés Bolufer, nacido en 1813, que fue Diputado en las Cortes Españolas en la legislatura 1854-1856. El escalón fue colocado por Don Cayetano Aragonés Aragonés, hijo del anterior y padre de los últimos miembros de la saga.

            Piedra junto al portal, alusiva a la epidemia del cólera del año 1834

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