domingo, 26 de octubre de 2014

La Creu de Pedra de La Ermita (Villajoyosa)



La cruz marca un antiguo cruce de caminos de origen romano, probablemente coincidente con dos ejes de una centuriación agraria romana (cardo y decumano), contrastado en recientes excavaciones en las cercanías, en las que se ha identificado un tramo del mismo.
En Villajoyosa se conocen dos cruceros antiguos romanos, el de la Creueta y el de la Creu de Pedra que fosilizaban dos importantes cruces de caminos, conservando el carácter sagrado que daban los romanos a éstos, donde solían haber pequeños monumentos a los dioses llamados Lares Compitales, encargados de protegerlos.

                                            La Creueta antes de la construcción del parking

La calzada principal del cruce partía del Kardo Maximus (calle principal norte-sur del municipium romano), cuyos restos se encontraron bajo la actual calle Canalejas y pasaba por la Creueta, la Foradá y la Creu de Pedra, siguiendo el mismo recorrido que el histórico camí del Peix. Desde la Creu de Pedra continuaba hasta Alcoy, pasando por Orxeta, Relleu y Benifallim entre otros sitios.

                                   La Cruz de Piedra en el siglo XIX
Por el camí del Peix bajaban en los siglos XVIII y XIX a lomos de caballerías las telas y el papel de fumar de la industria alcoyana con dirección al puerto de Villajoyosa, donde grandes buques las transportaban a las colonias españolas de América y Filipinas.

                                  La Cruz después de la Guerra Civil

 La mayor parte del monumento se restauró al término de la guerra civil en 1939, y tras esa fecha su base fue quedando parcialmente enterrada por sucesivas pavimentaciones de los caminos.  Situado antiguamente unos 50 metros de la situación actual, fue trasladado y restaurado tras la construcción de la circunvalación de la Ermita de Sant Antoni en el año 2003. Está declarado como Bien de Relevancia Local.

                                                  Con su base casi enterrada en los años 80
                                                                                Foto de Ramamar


                                                 Entre las obras de la circunvalación de La Ermita. Año 2003




                                            Pedestal de la Cruz antes de su traslado al lugar actual. Año 2006

                                                La Cruz de Piedra en su ubicación actual

                                               Documento del año 1731 en el que se menciona
                                                           a la Cruz de Piedra en la huerta de Villajoyosa



                                                                       
Fuentes:
Ayuntamiento de Villajoyosa. Museus de La Vila Joiosa.

Se autoriza la reproducción de las fotografías del autor y del documento histórico contenidos en esta publicación, siempre que la fuente sea citada.


lunes, 20 de octubre de 2014

El manicomio del Doctor Esquerdo en el Paraíso de Villajoyosa



        El Dr. José María Esquerdo y Zaragoza (Villajoyosa 1842- Madrid 1912) fundó en 1877 el Sanatorio Esquerdo de Carabanchel, hospital psiquiátrico que hoy en día continúa en funcionamiento. El Sanatorio fue un proyecto personal y un negocio familiar que emprendió de la mano de su sobrino Santiago Esquerdo, con quien trabajó codo con codo, bajo el único criterio de ofrecer un trato humano a los pacientes.
       El "Manicomio de Carabanchel" estaba compuesto por varios pabellones rodeados de jardines en los que los enfermos podían experimentar la libertad sin dejar de ser atendidos y tratados de sus desequilibrios. Gran parte del personal trabajador, incluido el doctor Esquerdo y su familia, vivían en esa especie de comunidad autosuficiente que se abastecía gracias a sus huertas y granjas. 


        El Doctor construyó en su sanatorio un teatro donde tenían lugar representaciones en las que participaban conjuntamente el personal trabajador, los enfermos y sus familiares. Estaba plenamente convencido del beneficio terapéutico de la sensación de libertad y el buen clima y con este criterio abrió una sucursal del manicomio de Carabanchel en la playa del Paraíso en Villajoyosa.
      Allí llevaba a los enfermos a pasar largas temporadas cerca del mar, lo que le permitió explorar los efectos de los contrastes geográficos y climáticos sobre sus pacientes ya que el tratamiento natural y libre experimentado en El Paraíso de Villajoyosa fue revolucionario en su momento.
        A su muerte, en 1912, dos de sus hijos y su yerno -don Vicente Álvarez Villamil-, todos ellos médicos, continuaron la labor del doctor Esquerdo. Después de la Guerra Civil, la familia, forzada por la circunstancias, apenas pudo mantener una presencia minoritaria como accionista de la nueva “Sociedad Sanatorio Esquerdo S.A.” que pasó a ser dirigida por Juan José López Ibor.



     En el capítulo IV del libro “De Carabanchel al Paraíso (Recuerdos de un manicomio)”, sus autores, dos médicos amigos del Dr. Esquerdo, invitados por éste a visitar Villajoyosa y su manicomio del Paraíso, describen al edificio que albergaba el sanatorio del pueblo natal del famoso psiquiatra. 

--“Hagamos alto y observemos primero aquel edificio que luce dos torreones almenados en su fachada principal. Es una construcción anómala, trasunto de hotel y de castillo, donde todo orden y estilo arquitectónico conocidos han declinado sus reglas ante el gusto y el capricho de su propietario. Tiene ventanas terminadas en ángulo agudo, una puerta con arco ojival rebajado, una escalera exterior, crestería almenada por todas partes... una construcción, en fin, que recuerda otras muchas igualmente abigarradas que se ven en Pau, en las riberas de los pintorescos lagos de Suiza y de Italia, en las estaciones aristocráticas  del golfo de Génova… Esta posesión, con los terrenos que la rodean, se lIama el Paraíso; es como una sucursal del manicomio de Carabanchel, y pertenece al que es director y propietario del referido establecimiento, al Dr. D. José María Esquerdo”.


--“¡EI Paraíso! Realmente, es lujoso y tentador. A la derecha, dos inmensidades que se contemplan mutuamente y se admiran, como diría Alarcón, el mar Mediterráneo, que luce aquí en toda la intensidad  posible el incomparable azul de sus ondas, y el espacio que, envidioso, pide a sus capas de aire el azul más lindo de sus cielos meridionales, y pinta con él la bóveda celeste. La costa, grande y amarillenta, -- a trechos de acantiladas rompientes donde el mar abofetea sin descanso, y a trechos  de agradables playas donde las olas tienden suaves sobre la arena los finísimos encajes de espuma con que adorna sus orillas—forma un golfo, uno de cuyos cabos, el más lejano, exhibe arrogante la silueta del castillo de Santa Bárbara que domina la capital alicantina; y el otro, que se ve ahí, muy cerca, la Mallaeta, sirve también de extremo a la espaciosa playa que hace frente al edificio y dista de él menos de 200 pasos”.


--“…dos anchos paseos sombreados por apretadas palmeras: aquí variedad de árboles, como los naranjos, granados, limoneros, almendros, melocotoneros, higueras, plátanos, alberchigueros, alzan sus frondosas copas sobre un suelo alfombrado con los habares, bellos por su espesura y su fuerte verdor, los guisantales, que engalanan sus hojas con una lluvia de pintadas florecitas; el melonar, que arrastra las hojas anchas y los largos tallos, como si buscaran sitio donde desarrollar dignamente su carnoso y rico fruto, … y otras muchas siembras semejantes. Y si, entre todo esto y en derredor de la construcción principal, se consideran desparramados, por aquí una noria, por allá una torre, más abajo una casita, enfrente otro pabellón, sobre la arena una lancha, por otro lado un grande aljibe, y junto a él un puente de piedra…”.

--“La vida reposada del campo se disfruta aquí en todo su desarrollo”. “…aquí solo se respira ese soplo, alegre y melancólico a un mismo tiempo y a la par sencillo y solemne, que irradian las grandezas de la Creación cuando se presentan  con toda la mayor dulzura y amenidad posibles”.


--“…el perfume de mil plantas como el tomillo y el romero, Ia salvia y el cantueso que exhalan el valle y la sierra, y el azahar de los naranjos que rodean el establecimiento”.
--“Un torrente que, saltando de roca en roca, forma muchísimas cascadas y se bate con el aire sin cesar, suministra el agua a esta propiedad durante épocas determinadas del año, de grande bondad, fresca, cristalina, agradable al gusto y en cantidad suficiente para el consumo de seis u ocho años”.



Fuentes:
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo Histórico de la Fundación Esquerdo.

“De Carabanchel al Paraíso. (Recuerdos de un manicomio)” de Ángel Pulido Fernández y Manuel Tolosa Latour. Madrid, imprenta de Enrique Teodoro. Año 1882.