domingo, 28 de septiembre de 2014

LA TORRE DEL AGUILÓ DE VILLAJOYOSA



       El descubrimiento de América en 1492 hizo que España volcase sus esfuerzos hacia el Atlántico. Esto dejó desprotegidas a las costas valencianas frente a la piratería berberisca. El problema se agravó a partir de 1516, cuando los hermanos Barbarroja establecieron su base en Argel.
         El Virrey de Valencia, Duque de Maqueda, intentó poner remedio a la situación ordenando la construcción de torres vigía a lo largo de la costa. También publicó las Ordenanzas de la Guarda marítima del Reino de Valencia en 1555. En ellas se creaban nueve distritos, llamados “partidos” o “Requerimientos”. Uno de ellos era el de Villajoyosa, del que dependían las costas de la comarca de la Marina Baja. Los inspectores reales del castillo de Villajoyosa, el Requeridor y su superior, el Veedor General, controlaban los otros dos castillos y siete torres vigía de su distrito.
         La función de estas torres era avistar navíos enemigos cuando todavía estaban lejos de la costa, y dar la alarma con fuego y humo para permitir a los vecinos organizar la defensa con tiempo y eliminar la sorpresa. El objetivo principal de los piratas era el secuestro de personas para pedir un rescate o venderlas como esclavos en el norte de África. Las torres se construían siempre en un saliente de la costa, a la vista de la torre anterior y de la posterior, y a una distancia entre sí de alrededor de una legua, es decir, una hora a pie. La mayoría eran de planta cuadrada o circular. Las cuadradas eran más antiguas. Esta se puede fechar en torno a 1525. Las de planta circular, como la del Charco, también en Villajoyosa, se construyeron normalmente algo después, en la segunda mitad del siglo XVI. El cuerpo inferior era generalmente macizo y en talud, para darles más base y resistir los impactos. El cuerpo superior era vertical.
La torre del Aguiló tenía en su interior una cámara cubierta con bóveda de cañón (es decir, semicircular) y sobre ella una terraza. La puerta, en la cara que miraba a tierra, estaba a considerable altura del suelo, y sólo se podía acceder por una escalera desplegable. Esta torre, como otras antiguas, tiene un parapeto saliente, llamado “matacán” para defender la cara que mira al mar. También apreciamos unas ventanas llamadas “saeteras” en las otras tres caras, unas a la altura de la cámara y otras para disparar desde la terraza. Todos estos elementos están realizados en sillería, o piedra tallada, pero el resto de la torre es de mampostería, es decir, simples piedras unidas con mortero de  cal. En la cámara interior se guardaba comida y munición, y se podía subir a la terraza por una trampilla.
Los atalayas eran los soldados encargados de hacer las guardias en las torres. Los atalladores eran guardas a caballo que debían inspeccionar algunos puntos de la costa en los que podía esconderse un barco corsario. Hacían misiones de descubierta al amanecer y regresaban a informar a la torre.
En el siglo XIX, una vez acabada la piratería, el cuerpo de Carabineros, dedicado a combatir el contrabando, ocupó la torre y abrió una gran puerta en la cara orientada al mar, bajo el matacán.
Hoy la torre del Aguiló es testimonio de una época marcada por los corsarios.





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lunes, 22 de septiembre de 2014

EL CASCO ANTIGUO DE VILLAJOYOSA



Fue Bernat de Sarrià, Capitán General de la escuadra de la Corona de Aragón, quien decidió crear esta plaza fortificada en la frontera del Reino de Valencia. La Vila Joiosa, cuyo nombre significa  “ciudad alegre”, se fundó en 1301 sobre las ruinas de la antigua ciudad primero ibérica y después romana. 
La ciudad se construyó sobre un cerro que se reforzó con murallas, necesarias en una época de conflictos con el vecino Reino de Castilla y con la población de la comarca, en su mayor parte morisca y rebelde ante el nuevo dominio cristiano.
Los barcos fondeaban a 200 metros de la costa y en caso de mala mar los varaban, es decir, los subían a la playa. El puerto de Villajoyosa funcionó de este modo durante tres mil años, hasta comienzos del s. XX. Las obras del actual muelle del puerto no terminaron hasta el año 1936.
    A comienzos del siglo XVIII, en el recinto amurallado vivían unas 1000 personas, y unas 500 en el arrabal de la mar, o barrios extramuros.
        Se entraba a la ciudad cruzando el río por el camino de Alicante, que seguía una antigua calzada ibérica y romana. Este camino entraba por la puerta de poniente, llamada El Portal, que ya no se conserva, pero se sabe que estaba protegida por dos torres cuadradas de estilo aragonés. La puerta daba a una pequeña plaza, llamada Plaza Mayor, y a la izquierda se accedía a la de la Iglesia. Allí está la actual parroquia de la Asunción, que se construyó entre la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII. Es una iglesia-fortaleza, porque forma parte de las defensas, y su cabecera forma la torre más alta de la muralla. La  actual capilla de Santa Marta se acabó de construir hacia 1740. Anteriormente se encontraba sobre la entrada al recinto amurallado y fue destruida en la guerra de Sucesión.
           Frente a la actual entrada principal de la iglesia se hallaba el cementerio de la villa, pero los más pudientes se compraban el lugar de enterramiento familiar en la cripta, que se encuentra debajo del suelo del templo. Anteriormente a la construcción de la capilla de Santa Marta, la entrada principal del templo se encontraba en ese lateral.
Las murallas que hoy se pueden contemplar son de época de Felipe II. Se acabaron al mismo tiempo que la iglesia, y fueron proyectadas por los ingenieros militares Cervelló y Aldana. Consisten en grandes muros rectos, formando un polígono en cuyas esquinas se colocaron torres circulares, con grandes ventanas llamadas cañoneras, para la artillería. Las nuevas murallas se adosaron a otras medievales más antiguas y mucho más débiles, incapaces de resistir los avances de la artillería renacentista.
Hoy se conservan las dos torres de la costera de la Mar, pero el resto, como también sucedió con las dos puertas de la ciudad, se destruyeron a comienzos del s. XIX. Un siglo antes, la guerra de Sucesión, había dejado el recinto muy afectado, y la desaparición del peligro de los piratas berberiscos, junto a la expansión de la ciudad, provocó esta destrucción.
La ciudad conserva hoy su planta típica de reconquista, con tres calles que bajan paralelas hacia la mar y otras perpendiculares.
En la esquina sur del recinto, se alzaba un castillo medieval. Este edificio era el centro del distrito de Villajoyosa para la protección de la costa, que abarcaba toda la comarca de la Marina Baja, hasta Altea. Las torres de costa y de huerta transmitían la alarma de un ataque berberisco a este castillo mediante fuego y humo, y desde él se pedían los auxilios a Alcoy o a otras poblaciones cuando era necesario.
Desde el s. XVIII se comenzó a construir también sobre las propias murallas, y los edificios que se adosaban a su cara interior elevaron plantas sobre ellas, lo que ha producido su actual aspecto de casas colgantes sobre el río.
Hoy Villajoyosa es uno de los cascos antiguos mejor conservados de la Comunidad Valenciana, y uno de los mejores ejemplos de la policromía tradicional de las fachadas mediterráneas.




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martes, 16 de septiembre de 2014

El molino de La Llobeta de Villajoyosa



Se construyó en el último cuarto del siglo XVI o en los primeros años del siglo XVII. Es en este siglo, cuando debido a la escasez de agua que sufría nuestro municipio, se llevó a cabo la construcción del pantano de Relleu.
En el momento que se otorgó el privilegio de construcción del pantano por el rey Felipe IV en 1653, ya existían tres molinos en Villajoyosa, que utilizaban la fuerza motriz del agua: el molino de Alcocó, el molino de la Creu de Pedra y el molino de la Llobeta, objeto de este artículo.
Los molinos estaban bajo el dominio directo del Rey (Villajoyosa era una villa real), y para poder hacer cualquier gestión sobre ellos, se necesitaba la autorización del representante o administrador de las rentas reales. 
Adjunto uno de los permisos o licencias que el administrador de las reales rentas de Villajoyosa y su partido otorgó en febrero de 1717 para que se pudiera vender parte del molino de La Llobeta.
Así mismo, también adjunto parte de una escritura realizada en el año 1684, en la que se hace referencia a la venta de la cuarta parte del molino de La Llobeta, otorgada ante el notario Juan Iváñez el día 8 de junio del año 1604, por lo que se deduce que en ese año ya estaba construido.
A juzgar por las fuentes documentales, el Molino de la Llobeta estuvo en funcionamiento hasta principios del siglo XX, momento en el cual deja de funcionar, convirtiéndose hasta finales de dicho siglo como casa de labor.

El edificio fue construido en dos fases distintas:
La primera, como ya se ha apuntado anteriormente, a últimos del siglo XVI o a principios del XVII y perduró hasta el primer cuarto del siglo XX.

La instalación hidráulica donde se encontraban el rodete y las muelas para la molienda estaría en el interior del edificio, que en la actualidad se encuentra enmascarado por las reformas posteriores llevadas a cabo en el siglo XX, cuando pasó a convertirse en casa de labor.
El agua para mover el molino provenía de la acequia del Reg dels Horts o de Les Puntes; esta conducción a la altura del puente de la carretera nacional se ensancha convirtiéndose en una balsa alargada que permitía, por un lado, almacenar agua en época de sequía y por otro aumentar la presión y por tanto la fuerza del agua para mover las aspas del rodete.
El agua pasaría a través de una compuerta o partidor de madera engastada en sillares de piedra trabajados (hoy conservados) y de ahí, conectaría con el cubo o pozo vertical, perpendicular al vértice de la balsa, cuya función era la de transportar el agua con presión hasta el cárcamo donde se encontraba el rodete. Actualmente la superficie del cubo del molino se encuentra cubierto por tres grandes losas de piedra.
Además de la conducción principal, la balsa presenta dos salidas: una situada junto a la terraza superior que conecta con una acequia y otra en la parte baja del cubo hacia el cauce del río, eliminando así el agua sobrante de la balsa.
El uso del edificio como molino llegaría hasta principios del siglo XX, según fuentes documentales y por las estructuras de la balsa en el lado Norte del puente del Amadorio, en donde se puede apreciar una adaptación de la estructura hidráulica a los pilares del puente construido en 1868, hecho que implicaría que la balsa seguiría funcionando después de la construcción del mismo.

La segunda fase de la construcción del actual edificio del molino se realizó durante el segundo cuarto del siglo XX.

Desde los años 30 del pasado siglo hasta nuestros días, el inmueble y su entorno sufrieron una serie de modificaciones.
Por un lado, en lo que respecta a las estructuras originales, sufrieron una reforma constructiva en el módulo más meridional, donde se creó un balcón superpuesto al lienzo de la fachada principal en el primer piso y una estructura anexa en planta baja en el flanco oriental de la entrada principal.
Asimismo se realizaron unos refuerzos en las paredes exteriores y en las zonas más deterioradas aplicaron mortero de cal con áridos de arena de color. Ya en época más reciente se aplicó una pintura de cal blanca a todo el edificio.
Con la regeneración en el año 2009 de esa parte del rio, convirtiendo esa zona en un parque y la posterior intervención en el inmueble por las personas que formaron el grupo del curso de formación cualificada para operarios en intervenciones del patrimonio cultural, promovido por el Ayuntamiento de Villajoyosa durante el verano del año 2010, se limpiaron y regeneraron las partes exteriores del edificio así como los alrededores del mismo, quedando tal como se pueden apreciar en la actualidad.








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jueves, 11 de septiembre de 2014

Un Derecho Real en Villajoyosa era la construcción de casas. Año 1698


           Durante el siglo XVII Villajoyosa seguía siendo Villa Real, por lo que el Batle (representante real en la villa) tenía que tratar, autorizar o denegar todo lo referente a los derechos que recaían sobre el monarca.
            En enero de 1698 el batle en Villajoyosa era Asensi Ibáñez y tuvo que tratar (ya que el asunto era de competencia real) sobre la solicitud de unos hermanos vileros de construir una casa en uno de los arrabales de la playa vilera.
            En el documento notarial sobre la autorización a la solicitud se puede leer, (está escrito en valenciano de la época), la gran cantidad de viviendas que ya existían en ese lugar (la playa), por lo que se deduce que gran parte de la población de La Vila estaba establecida fuera de las murallas.
            A pesar de la dificultad para leer y transcribir el documento, aproximadamente dice así:


                       Día 12 del mes de enero del año de Nuestro Señor 1698.
         Asensi Ivanies, batle por Su Majestad de la presente villa de Villajoyosa, en virtud de la deliberación hecha por la Real Junta Patrimonial, recibida por Andreu Matoses y notificada y escriturada por el Real Patrimonio de Su Majestad el día 8 de octubre del año 1687. Cumpliéndose lo dicho por el batle, se concede a los hermanos Miquel y Francés Major, labradores y vecinos de esta villa, un solar con patio para construir una casa, situada fuera de los muros de la villa, en la playa de Villajoyosa, de un área de 30 palmos, que limita al frente con la casa de Melchor Lloret, con casa de mosén Berthomeu Vaello, cura de Villajoyosa y por detrás con casa de Miquel Lanusa y casa de Andreu Lloret, con un censo anual de 3 sueldos, moneda real de Valencia, a pagar a Su Majestad. El primer pago se realizará el día de San Juan del año 1698, con otros impuestos como el de Loismo y Fadiga.
            Esto les es comunicado a los mencionados hermanos Miquel y Francés Major por el mismo batle, aceptando lo establecido y prometiendo pagar todos los años a Su Majestad los dichos 3 sueldos además de guardar todos los derechos inerentes al monarca.
            Fueron testigos, Jaume Agulló y Pere Sellés.
            Firmado y rubricado por el notario Francisco Vaello.



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