lunes, 23 de mayo de 2016

Desafío Nepal (Mi experiencia) 1

Creo que fue por enero, o quizás febrero, cuando un día en la comida, mi hijo Vicente dijo: “En mayo me voy a Nepal”. Como un resorte dije: “Yo también voy”.
Ahí empezó lo que posteriormente fue mi aventura nepalí a través de Vicente Monerris o lo que es lo mismo “Alicante Aventura”.
Un par de meses de compras de materiales y ropa de montaña, licencia federativa internacional, documentación, ingresos para compra de pasajes y demás, etc.
Y llegó el día esperado.
El sábado 30 de abril sobre las 13 horas, en la estación del trenet de La Vila, Monerris, Yolanda, Ángela, Xente y yo, embarcamos hacia Alicante.
Ya en la estación de RENFE, esperando la hora de salida del AVE hacia Madrid, comenzaron a llegar los otros miembros de la expedición, Belén y Fernando, Ana Isabel y Víctor, Ana Belén, Joan y Juan.

                                        El grupo en pleno en la estación de Alicante

Presentaciones y camisetas conmemorativas del evento.
Alicante- Madrid- Barajas, y sobre las 23 horas salida hacia Katmandú vía Doha, capital de Qatar. Unas 14 horas de avión.


                                         Aeropuerto internacional de Katmandú
 
Ya en el aeropuerto internacional de la capital nepalí, relleno de impresos y pago del visado.

                                Sacando el visado en el aeropuerto internacional de Katmandú

Salimos del edificio y gran recibida con puesta de collares de flores. Subida al microbús (o lo que fuera) y primera gran impresión camino del hotel. La densa circulación de vehículos (sobre todo motocicletas) era, y es, un desbarajuste. Cada uno circula como puede o como quiere, no existen señales ni semáforos, es un caos pero para ellos organizado, nadie protesta, ni grita, ni hace aspavientos, todos se conforman y la paciencia domina todo lo otro.

                                             Recién llegados a Katmandú, camino del hotel. 

                                        Circulación en una calle de Katmandú

Llegada al hotel en un callejón sin salida, sin luz y sin asfaltar o pavimentar. Nos llama la atención un señor en una garita metálica, toda oxidada, con su uniforme estilo policial o militar y un machete en la cintura.

                                      Con el vigilante del hotel Thelma de Katmandú

Nos dicen que la electricidad en la capital casi no existe y el hotel se autoabastece con un motor, pero sobre la medianoche lo desconectan. Mucho calor y el aire acondicionado de la habitación es un ventilador. No hay ascensor pese a tener cinco pisos.
Ducha reconfortante pero no hay cortinas ni mampara. Cuarto de aseo todo mojado y encharcado.
Por fin en la cama.

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