viernes, 15 de agosto de 2014

SOBRE EL NOMBRE DE LA CIUDAD IBÉRICA Y ROMANA DE VILLAJOYOSA Y LA UBICACIÓN DEL TOPÓNIMO ALONÍS/ALONAI/ALLON. 7ª PARTE



7ª PARTE

LVCENTVM XXV, 2006

SOBRE EL NOMBRE DE LA CIUDAD IBÉRICA Y ROMANA DE VILLAJOYOSA Y LA UBICACIÓN DEL TOPÓNIMO ALONÍS/ALONAI/ALLON
Antonio Espinosa Ruiz
Área Municipal de Arqueología, Etnografía y Museos de Villajoyosa
Área de Arqueología, Universidad de Alicante

En la primera parte de este artículo, el autor presenta un resumen del mismo, revisando la argumentación que en su día realizó en su Tesis doctoral.



El origen del nombre Allon/Alonís/Allonaí no es claro. Recientemente esta cuestión ha sido minuciosamente analizada por P. Moret (2000, 250 ss.), a cuyo trabajo remitimos para más detalles. Tradicionalmente se ha propuesto un origen griego (Tovar, 1989, t. 3, 205), bien en relación con el vocablo griego alonía (era) (Hübner, en RE I, 1595) bien con (‘sal’) (Schulten, 1922, 232) o con (huerto) (vid. Corell, 1999, nota 188). Precisamente sirvió para defender la ubicación de Allon en Santa Pola y en Guardamar, por la existencia de salinas en sus inmediaciones, pero la derivación de esta palabra, con espíritu áspero, a Alonís (con espíritu suave) es forzada, como opinan Corell (1999) y Moret (2000). E. Llobregat (1990, 68, 97) propuso un origen ibérico de la palabra, que a Moret le parece, igualmente, el más probable.
La antigüedad del enclave ibérico aboga, efectivamente, por un nombre original indígena, no griego, aunque no sabemos cuál de las variantes conocidas se aproximaría más a aquél. La forma correcta del topónimo romano ha sido analizada por Corell (1999, 176), quien propone que el nominativo es Allon (tal como aparece en el Ravennate, 304, 16), y que la forma Allonem (utilizada por Mela) es el acusativo, lo cual parece indiscutible.
Moret (Ibíd., 252) propone Alon, con una ‘l’, puesto que esta grafía y sonido geminados no son característicos de la lengua ibérica. Como bien apunta Piere Moret (2000, 241), la repetición de esta letra puede ser obra de Mela, que igualmente habla de Bello (II, 96) refiriéndose a Baelo o Belo Claudia. De esta forma, el nombre, tanto ibérico como romano, pudo ser Álon, y el resto (Alonís, Alonai…) adaptaciones al griego (la feminización en Alonai es un fenómeno muy corriente, como sucede con Lucentum en el texto de Mela, donde leemos Lucentia). Leones, Ad Leones, etc. –si aceptamos su interpretación como variantes del mismo nombre– pueden ser pluralizaciones del original (deformaciones, por tanto, de Alones o Allones), algo que también encontramos, como hemos visto anteriormente, en muchos casos en las fuentes clásicas (Lucentes, sin ir más lejos, en el Ravennate).
A juzgar por los ajuares del sector junto a la calle Pianista Gonzalo Soriano de la necrópolis de Casetes, excavado por J. R. García Gandía (2005), el origen de la ciudad protohistórica podría alcanzar, al menos, finales del s. VII a.C., mientras que el s. VI a.C. está documentado tanto en esta necrópolis como en la de Poble Nou. No obstante la presencia abundante de elementos orientalizantes, e incluso de cerámica ática de figuras negras en Poble Nou, parece claro que las tumbas son en general indígenas –salvo quizá algún caso, como la tumba 17 del sector que hemos mencionado (García Gandía, 2003 y 2005) –. Algunos elementos más, ciertamente extraordinarios en el contexto arqueológico del levante español –de por sí la presencia de vasos de figuras negras ya resulta elocuente–, como un colador etrusco de bronce del s. VI a.C. (Marcos y Ruiz, 1995, fig. 3; Espinosa, Ruiz y Marcos, en prensa), nos remiten, probablemente, a una cierta intensidad del comercio griego, e inciden en la posibilidad de que existiese alguna presencia permanente de comerciantes helenos, en el contexto colonial de finales del s. VI y el s. V a.C., en la ciudad ibérica, como sugiere el texto de Artemidoro.
Con un poblamiento ibérico muy importante, y cada vez mejor conocido, podemos concebir la continuidad durante el Imperio, al menos nominal, con respecto a una Alonís o Alon (según Moret) de época ibérica. A pesar de la abundante epigrafía conservada, todavía no hemos tenido la suerte de encontrar una mención explícita, como sí ha ocurrido en los casos de las vecinas Lucentum y Dianium. Aunque los recientes hallazgos han desatado una gran expectación y sin duda permiten afirmar que Villajoyosa tiene mucho que decir a la arqueología protohistórica y clásica de la Península Ibérica, y promete albergar importantes claves para nuestro conocimiento de algunos fenómenos culturales como los influjos orientalizantes en las poblaciones preibéricas e ibéricas; a pesar de ello, como decimos, y de que los argumentos a favor de la hipótesis que defendemos nos parecen bastante sólidos y los más coherentes con la realidad arqueológica actualmente conocida al sur del País Valenciano, quizá convenga mantener una cierta cautela científica, por mínima que ésta sea, evitando convertir la hipótesis Alonís = Allon = Villajoyosa en una aserción, mientras una prueba directa no lo autorice.
En cuanto al texto de Pomponio Mela (II, 6, 93), creemos que lo que este autor está haciendo es una relación de ciudades destacadas de la costa. Probablemente, en las fechas en las que él escribe la de Villajoyosa no poseía todavía un estatuto municipal (no lo tendrá, a lo que parece, hasta Vespasiano, un cuarto de siglo después), pero la pujanza poblacional y económica de la ciudad ibérica en los dos últimos siglos de la República resulta evidente, a juzgar por el gran número de tumbas de las necrópolis y por la riqueza de sus ajuares, así como por las importantes obras públicas que se ejecutan hacia comienzos del s. I a.C., y que ya hemos mencionado (pavimentación y delimitación de las tres calzadas principales hacia las tres comarcas vecinas, reedificación del santuario del Tossal de la Malladeta, etc.), y a las que siguen otras en época augustea –como la construcción del depósito de opus caementicium de la partida de Torres, de dos millones de litros (Olcina, 1990b)– y el establecimiento de numerosas villae (como Barberes Sud, Xauxelles, Jovada II, Camí la Vila y, probablemente, Plans) en la primera mitad del siglo. También el puerto da señales de una importante actividad en época republicana y con la llegada del Imperio (Castillo, Espinosa y Sáez, 1998, 124-125 y más recientemente, Espinosa, Castillo y Sáez, 2006, 42, con toda la bibliografía anterior).
Precisamente, la concesión del estatuto municipal a la ciudad romana de Villajoyosa en época Flavia se deriva necesariamente de ciertos méritos o requisitos básicos, como debieron ser: la existencia de una población importante y destacada de su entorno; un territorio claramente delimitado vinculado a ella; una élite local lo suficientemente numerosa, rica y poderosa como para tomar las riendas de una administración municipal romana; y una realidad urbana y urbanística ya existente, que seguramente se monumentalizó especialmente a partir de la municipalización. De cualquier modo, es claro que el oppidum de Villajoyosa ya ejerció un papel de lugar central en la comarca de la Marina Baixa durante la época ibérica, y que las élites indígenas debieron mantener una fuerte pujanza hasta el Imperio (Espinosa, 1996; Martínez García, 2005, 42). Este importante oppidum de origen ibérico pudo depender de Dianium –como hemos propuesto en alguna ocasión (Espinosa, 1996 y 1999) –, o mantener, con anterioridad al Decreto de Vespasiano, una independencia de las ciudades de alrededor (Lucentum y Dianium, con estatuto jurídico romano más antiguo), lo que en realidad se ajustaría mejor a su vitalidad en época republicana, a su probable mención en el texto de Mela, y a la posterior promoción en época flavia (vid. Le Roux, 1990, 40-43).


Las fotografías adjuntas son:
1ª- Cantimplora egipcia. Necrópolis Les Casetes. 700-600 a. C. (La Vila Joiosa. Arqueologia i museu. Museos Municipales en el MARQ).
2ª- Agua brotando del corte hecho en el desmonte para la construcción de la base de uno de los pilares del viaducto del rio Torres en la carretera de circunvalación de Villajoyosa. La gran balsa romana se encontraba a menos de 150 metros, por lo que cabe la posibilidad de que allí existiera una fuente o manantial cuyas aguas fueran a parar a ella.
3ª- Parte de la gran balsa romana con capacidad para 2000 m3 en la partida de Torres. Excavación 1988. (La Vila Joiosa. Arqueologia i museu. Museos Municipales en el MARQ).
4ª- Pieza perfecta de cerámica utilizada en el hipocaustum de las termas privadas de la villa monumental romana de Xauxelles.






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